Offertory Reading | Local Church Budget

This week’s offering is for: Local Church Budget

“And they devoted themselves to the apostles’ teaching and the fellowship, to the breaking of bread and the prayers. And awe came upon every soul, and many wonders and signs were being done through the apostles. And all who believed were together and had all things in common. And they were selling their possessions and belongings and distributing the proceeds to all, as any had need” (Acts 2:42-45, ESV). In one of my first years as a professor, I had a student who clearly did not like me. Every day she came to class with a negative attitude. One day, as I was leaving, I felt the Holy Spirit impress me to give her money. I thought it was an odd thought, so I brushed it away. Later that week, I felt God saying once again to give her money, but now He had doubled the amount. As we left the classroom, I asked her to stay, and I mumbled through an explanation about why I was giving her money. I watched as she burst into tears and explained that she had had no idea how she was going to get diapers for her baby. That story is a reminder of our call as Christians, to give. We never know the far-reaching impact of our financial gifts. Today’s offering is for our local church budget. Let’s partner with our church to expand our ability to help those around us in need. By Heather Thompson Day Spanish Presupuesto de la iglesia local   “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno” (Hechos 2:42-46, NVI). En uno de mis primeros años como profesora, tuve una alumna a la que claramente yo no le agradaba. Todos los días venía a clase con una actitud negativa. Un día, cuando me iba, sentí que el Espíritu Santo me instaba a darle dinero, pero pensé que era un pensamiento extraño, así que lo ignoré. Esa misma semana, volví a sentir que Dios me decía que le diera dinero, pero ahora de forma más insistente. Al salir de clase, le pedí que se quedara y le expliqué tímidamente por qué le daba dinero. Vi cómo comenzaba a llorar y me explicaba que no tenía ni idea de cómo iba a conseguir pañales para su bebé. Esta historia nos recuerda nuestro llamado a dar, por ser cristianos. Nunca sabemos el impacto de nuestros regalos financieros. La ofrenda de hoy es para el presupuesto de nuestra iglesia local. Unámonos para ampliar nuestra capacidad de ayudar a los necesitados que nos rodean, a través de la iglesia y sus ministerios de ayuda.   Heather Thompson Day